FORTIFICACIONES DE INGRESO

Las Fortificaciones de Ingreso son el espacio a través del cual se accede a la alcazaba. Este pretendía dificultar el paso de las tropas enemigas hacia el Recinto Superior de la fortaleza. Pues es en este último donde habitaba el rey o gobernador de la medina.

Por lo tanto, aquí es donde se concentraban el mayor número de elementos defensivos, que se detallan a continuación.

PARTE BAJA DE LAS FORTIFICACIONES DE INGRESO

Torre Albarrana: En primer lugar, antes de entrar a este primer recinto, destaca en el exterior de la muralla una torre. Esta sobresale de la misma, quedando alejada de los muros. De este modo, se podía vigilar con más facilidad cualquier punto muerto del lienzo. Lo que imposibilitaba el posible resguardo de soldados enemigos.

Puerta de Acceso: Después de conocer la Torre Albarrana, nos disponemos a entrar al recinto. La entrada a las Fortificaciones de Ingreso se hacía por una puerta de acceso directo. Esta quedaba situada en el interior de la medina. Concretamente, en la parte noroeste del monte donde se asienta la fortificación. Una vez sobrepasada, existe un espacio murado de pequeñas dimensiones. Aquí se abre una puerta a la izquierda. Accederemos por esta para llegar al siguiente pasillo, haciendo un giro de 180º. Lo que nos obliga a cambiar de dirección para continuar.

«Los giros sorprendían de forma repentina a las tropas, que tenían que cambiar sus escudos y armas de brazo para seguir refugiándose de los ataques desde la muralla.»

En uno de los extremos del pasillo se encuentra la conocida como Torre del Horno. La dejamos atrás para subir una cuesta. A nuestra derecha, la muralla con su adarve, desde donde los soldados musulmanes arrojaban flechas, piedras e incluso agua hirviendo. Al final de la pendiente, otra torre con puertas que dificultaban aún más la entrada. Es la conocida como Torre de la Bóveda Vaída.

Torre de la Bóveda Vaída: A continuación, tras atravesar una primera puerta de acceso directo, accedemos a un recinto cuadrado. En ella vemos la primera puerta en recodo de la fortificación, adaptándose a la orografía del terreno.

Se trata de una entrada con un giro de 180º en su interior y con una doble puerta. El escaso espacio en este punto impedía además el uso de arietes. Por eso, la apertura de las mismas se hacía bastante complicada, casi imposible. Todas ellas estaban cubiertas de un forjado de hierro para frustrar los intentos de incendiarlas.

«Este trazado con estrecheces y cambios repentinos del camino hacían muy difícil la entrada al recinto con caballos.»

Dentro de la torre, una bóveda vaída le da su nombre. Por otra parte, aquí podemos observar varias columnas de mármol procedentes del Teatro Romano. Estas aún se conservan a día de hoy.

Tras la Torre de la Bóveda Vaída, existe otro pasillo que nos lleva hacia la siguiente torre. Desde este lugar se distingue también el muro que transcurre junto al camino, pudiéndose apreciar el adarve. Por el adarve podían moverse los soldados de una torre a otra de manera segura. Además, las torres se encontraban muy próximas entre sí. Lo que facilitaba el refugio rápido de las tropas.

Este pasillo amurallado fue conocido en el siglo XIX y XX como el Túnel de la Alcazaba, debido a que se levantaron un gran número de casas. De esta forma, el camino que comunicaba ambas torres quedaba cubierto por viviendas a modo de galería. Aunque todas estas fueron derribadas durante la rehabilitación del monumento.

Tras atravesar el antiguo Túnel de la Alcazaba, alcanzamos la Puerta o Torre de las Columnas.

Puerta de las Columnas: En tercer lugar, encontramos la Puerta de las Columnas. Esta puerta de acceso directo se caracteriza porque sus arcos están sostenidos por cuatro columnas con sus capiteles originales del Teatro Romano. En su parte alta construyó su vivienda el alcaide de la alcazaba a principios del siglo XVIII.

También en su muro se distingue la presencia de aspilleros, ventanas de gran estrechez que permitían el lanzamiento de flechas de manera que el arquero quedaba protegido tras ellas.

«Este tipo de ventanas se utilizaban en otros casos para evitar que el calor del sol entrase por las mismas, jugando con su inclinación según su situación.»

Seguidamente, vemos al otro lado de la Puerta de las Columnas unas escaleras. Estas se sitúan a la derecha, y nos permiten acceder a la parte alta de la ya mencionada Torre del Horno. También podemos recorrer el adarve del muro en dirección a la Torre Albarrana.

De vuelta a la puerta, encontramos un pequeño patio. En él destacan unos pequeños arcos adosados al adarve, pertenecientes a las galerías construidas en este lugar en el año 1700. Estos son los únicos restos que se han conservado de estas edificaciones.

En esta misma zona, existe una cancela en el muro, donde en sus inicios se abría la zona del Haza Baja. Aunque, esta parte del lienzo que mencionamos data de principios del siglo XIX, pues su construcción se llevó a cabo tras la destrucción del Haza Baja, que dejó este espacio totalmente abierto a la ciudad, haciéndose necesario el cerramiento de este área.

«En el suelo de este patio se aprecia la existencia tiempo atrás de un silo, que hoy en día se encuentra enterrado.»

PARTE ALTA DE LAS FORTIFICACIONES DE INGRESO

Inmediatamente después, nos disponemos a subir por la conocida como Cuesta del Cristo. A mediación de esta, se reconstruyó la mitad de otra torre con puerta de acceso directo, de la que solo se encontraron sus cimientos. Desde este punto, comenzamos a disfrutar de las vistas a la Bahía de Málaga.

Al final de la cuesta se encuentra la Torre del Cristo.

Torre del Cristo: Más tarde, nos encontramos ante otra puerta en recodo. De nuevo esta dificulta el acceso al siguiente recinto. A la entrada de la misma, aún se conservan dos ménsulas de un antiguo matacán, un balcón que sobresalía del muro de la torre desde donde los soldados lanzaban flechas o dejaban caer sustancias hirviendo o tóxicas a los enemigos que trataban de abrir la puerta. Así mismo, estas ménsulas sostienen hoy un escudo del rey Felipe IV. Y es que este visitó la ciudad, hospedándose en la alcazaba.

Además, otro elemento de interés de la torre es el relieve de una llave tallada en piedra, situada en la dovela central del primer arco de entrada. Esta nos está indicando que este es el acceso que da paso al interior de la alcazaba, es decir, dejamos atrás las Fortificaciones de Ingreso, para entrar en el Recinto Inferior.

En el interior de la torre, destaca una hornacina en la pared, utilizada en el siglo XIX para soportar un retablo con un cristo, ya que este espacio se utilizó como capilla en el barrio de viviendas. 

También dentro de la torre vemos la bóveda que es vaída.  Por último, a la salida de la misma se observan restos de piedra numulítica. Esta fue muy utilizada en la construcción de la alcazaba, con varios fósiles de conchas marinas.

«El uso de esta piedra caliza tan erosionable, provocó que tanto en épocas anteriores como en la actualidad, se tuviesen que llevar a cabo numerosas labores de rehabilitación y refuerzo de los muros.»

Finalmente, tras hacer de nuevo un giro de 180º en esta puerta en recodo, accedemos al siguiente área, el Recinto Inferior.

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